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lunes, 7 de septiembre de 2009

El poeta Roberto Bolaño


Aunque su gran legado literario está en su labor novelística, Roberto Bolaño se consideró siempre poeta. No fue sino hasta los noventa que, preocupado por el futuro económico de sus hijos, abandonó la poesía para comenzar a producir su brillante obra narrativa. En su poesía, sin embargo, se manifestaban ya sus dotes de narrador; todo estaba ahí, el sentimiento generacional, el exilio auto-designado, los detectives errantes. Todo esparcido en notas en prosa y verso como los apuntes de una “universidad desconocida” que nutrirían su obra posterior, o como memorias perdidas que sólo adquieren cohesión y sentido al considerarlas en retrospectiva.En Tres se reúnen tres poemarios de registros muy distintos. Tanto la forma como el estilo varían considerablemente en cada uno. ¿Qué es entonces aquello que los une? En la contraportada se sugiere que hay en todos una cierta “música autobiográfica”; y sin duda este elemento está siempre presente en la obra de Bolaño, pero más allá del drama cinematográfico del Otoño en Gerona o el fracaso generacional de los Neochilenos, lo que se proclama en Tres es una declaración de exilio. El libro abarca un periodo de más de diez años, desde principios de los ochenta hasta los noventa; y corresponde a la estancia de Bolaño en diversas provincias de Cataluña, España. Comienza en 1981 con Prosa del Otoño en Gerona, que es la única sección con escenario español. Hay una narrativa simple extrapolada por las diversas dimensiones de realidad que crea el autor: durante el otoño en Gerona un “personaje” cree enamorarse de una desconocida; hay un par de escenas que se repiten, unas veces como escritas para cine, otras con la sinceridad de una página de diario. Aquí están contenidos poemas profundamente autobiográficos, que paradójicamente parecen imbuidos de un sentido de ficción última: “El autor suspende su trabajo en el cuarto oscuro, los muchachos dejan de luchar, los faros de los coches se iluminan como incendios. En la pantalla sólo veo unos labios que deletrean su momento Atlántida.” Se habla de un autor, de un personaje, la desconocida aparece en una escena mirándose al espejo, se repite la escena con el espejo vacío. Bolaño se acerca a la suprema ficción con notas de una orgullosa consistencia narrativa. Sin embargo, el poema pierde su valor individual pues es casi indescifrable fuera de su contexto general: “Aquí el texto no tiene consciencia de nada sino de su propia vida. La sombra que llamas autor apenas se molesta en describir”. La segunda parte es una épica que remite a la narrativa generacional de Los Detectives Salvajes. Los Neochilenos es también un grupo de jóvenes que abandona Chile en busca de suerte, una banda de Rock liderada por Pancho Ferri, de gira por Sudamérica. Tanto el contraste de la forma con el tono mordaz del poema, como el desarrollo del mismo, parecen tornar el viaje fútil desde un principio. En este poema, que es acaso el más fluido, nos encontramos con una voz joven que observa cómo el viaje avanza entre desechos y termina prematuramente con la enfermedad que contrae Pancho Ferri, recién al salir de Chile. “Extraño fenómeno: los Neochilenos / dejamos de hablarnos / Y cada uno por su lado / Visitamos los basurales de / La filosofía, las arcas, los Colores americanos, el estilo inconfundible / De nacer y renacer.” Situación que en un sentido es análoga a la de los infrarealistas que fluctuaban en una constante reinvención, como un trompo girando en la oscuridad.El recorrido onírico de Un paseo por la literatura es la verdadera pista de despegue del autor. Esta sección consiste en 57 poemas numerados que tratan sobre sueños. Al igual que en la primera sección, el poema individual, como sueño ajeno, resulta del todo impenetrable. Sin embargo, al seguir cuidadosamente el recorrido nos encontramos poco a poco con sendas reconocibles: motivos recurrentes que sugieren elementos significativos en la formación del autor. En estos túneles del sueño encontramos a Kafka, Archibald McLeish, Thomas de Quincey, Efraín Huerta, Gabriela Mistral; escenarios en África, México e Italia. Georges Perec abre y cierra la sección como el embrión de un brillante futuro como novelista. Pero quizá los sueños más significativos son aquellos en que el autor emprende un viaje con mochila al hombro: en el primero tiene quince años, y al meter Trilce de Vallejo en la mochila, éste se quema; en el segundo tiene 40 y conforme recorre el camino, el libro se quema dentro de la mochila, escociéndole la espalda “como si tuviera alas”. A diferencia del vuelo frustrado de Ícaro, el de Bolaño comienza en el momento en que puede arrojar la mochila y mirar atrás con resolución. Si bien la riqueza poética de Tres no está en la profundidad y musicalidad del poema individual, al leer cualquiera de las tres partes se tiene la impresión de haber leído una novela. En cada una está presente el brillante rigor narrativo característico del autor, y de la misma manera que en 2666 o en Los Detectives Salvajes, se alcanzan momentos de alto contenido poético, en Tres la poesía entra por todas las ventanas.

1 comentario:

  1. Aun cuando tiene algunos problemas muy chafas el libro... siempre será mejor narrador que poeta...

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