Quien ha aprendido a morir ha
desaprendido a ser esclavo.
Montaigne
desaprendido a ser esclavo.
Montaigne
El miedo a la muerte ha sido una constante en toda la historia de la humanidad. El terror a desaparecer, a dejar de existir ha llevado al hombre a las reflexiones más agudas. ¿Qué hay del otro lado? ¿Existe acaso el otro lado?
El miedo a la muerte también ha empujado al ser humano a creer en las formas mágicas de salvación, en las promesas de inmortalidad que ofrecen ciertas religiones tradicionales, y en sectas como el Nwe Age y otras más.
¿Qué es lo que buscamos?, a parte de la negada inmortalidad, acaso un consuelo, una racionalización a dejar de existir, o bien una respuesta verdadera de qué es el mas allá. ¿Cómo saber que los ofrecimientos de las diferentes religiones y doctrinas son verdaderos, a través de que pruebas pueden demostrarnos sus afirmaciones? No hay pruebas, todos los argumentos de estas, dependen de la fe.
Dijo Cicerón en la antigua Roma: “Filosofar es aprender a morir”. ¿Se puede aprender a morir? No lo sé de cierto, pero este aprendizaje es lo que han intentado los filósofos desde los tiempos de la antigua Grecia. Ya Sócrates había reflexionado sobre la muerte diciendo que esta, tenía dos posibilidades:
O bien es aniquilación, y los muertos no tienen conciencia ni nada; o bien, según nos dicen, es realmente un cambio: una migración del alma desde este lugar hacia otro.
Para Sócrates independientemente de que sea una de estas dos posibilidades, la muerte no era algo a lo cual se le tenía que tener miedo. Si era aniquilación, entonces era un largo descanso sin sueños, y, ¿hay algo más agradable que eso? Si era un transito hacia otro sitio, es decir, hacia el Hades, entonces también era algo deseable, puesto que allí encontraríamos a viejos amigos y a los héroes griegos, y podríamos conversar con Homero, Hesiodo y el resto de la inmortal compañía.
El mismo filósofo griego Sócrates, después de haber sido condenado a muerte concluye con estas palabras:
Ahora es el momento de que nos marchemos, yo a morir y vosotros a vivir; pero quien de nosotros tiene un destino más feliz, es algo que sólo Dios sabe.
Como podemos observar desde los antiguos filósofos hasta hoy, estos hombres han intentando hacer con la filosofía, una enseñanza para la muerte.
La muerte es un misterio, pero quizá no sea algo malo después de todo. Los seres humanos le tenemos miedo a lo desconocido y es ahí precisamente donde radica nuestro temor. Por tal motivo el filósofo este hombre que se dedica a usar su razón para entender su propia humanidad y el mundo en que habita con otros hombres sea quien halla entendido que la mejor arma que tenemos para enfrentar nuestro miedo a la muerte, a ese sentimiento trágico de la vida como bien lo dijo Miguel de Unamuno, no sea sino reflexionando sobre ella.
Todo vivir es un estar muriendo. Quizá lo que enseña la filosofía es saber enfrentar nuestra propia muerte.
Ya el filósofo apátrida Cioran, se pregunta sobre ella diciendo: “¿Superará el hombre algún día el golpe mortal que le ha dado la vida?”.
La pregunta por la muerte no es una pregunta filosófica, es una pregunta humana. Toda persona en algún momento se ha hecho esta pregunta ¿Por qué morimos? Vivir y morir son las dos caras de la moneda del ser humano.
Otro filósofo alemán llamado Martin Heidegger, consideraba que la muerte le daba sentido a la vida. El pensaba que en la medida que sabiéndonos mortales, a cada momento nos entregaríamos a vivir nuestra vida auténticamente. Sabiéndonos que pronto moriríamos nos dedicaríamos a profundizar sobre nuestra vida.
Filosofar sirve para aprender a morir. En medio de incertidumbres acerca del más allá y si este en verdad existe, lo único que nos queda es meditar sobre lo que si podemos saber, que es este mas acá. La muerte enfrentada desde siempre, y como parte de toda una reflexión inherente a la experiencia humana, nos ayudaría a dejar de tenerle miedo.
En su libro Preparación para la muerte, Erasmo consideraba que lo importante es la conciencia. No hay que preocuparse de la muerte imprevista por asaltos, huracanes, terremotos, enfermedades, accidentes. Para los no preparados, toda muerte es imprevista, aunque llegue a los cien años. Lo importante del aprendizaje del morir es liberarnos de los grilletes de la esclavitud, del miedo a la muerte.
Si todos moriremos, aprendamos a caminar en la vida de la mano de la muerte, y solo así, como quería Montaigne, seremos más libres.
Sin duda filosofar sirve para aprender a morir.
El miedo a la muerte también ha empujado al ser humano a creer en las formas mágicas de salvación, en las promesas de inmortalidad que ofrecen ciertas religiones tradicionales, y en sectas como el Nwe Age y otras más.
¿Qué es lo que buscamos?, a parte de la negada inmortalidad, acaso un consuelo, una racionalización a dejar de existir, o bien una respuesta verdadera de qué es el mas allá. ¿Cómo saber que los ofrecimientos de las diferentes religiones y doctrinas son verdaderos, a través de que pruebas pueden demostrarnos sus afirmaciones? No hay pruebas, todos los argumentos de estas, dependen de la fe.
Dijo Cicerón en la antigua Roma: “Filosofar es aprender a morir”. ¿Se puede aprender a morir? No lo sé de cierto, pero este aprendizaje es lo que han intentado los filósofos desde los tiempos de la antigua Grecia. Ya Sócrates había reflexionado sobre la muerte diciendo que esta, tenía dos posibilidades:
O bien es aniquilación, y los muertos no tienen conciencia ni nada; o bien, según nos dicen, es realmente un cambio: una migración del alma desde este lugar hacia otro.
Para Sócrates independientemente de que sea una de estas dos posibilidades, la muerte no era algo a lo cual se le tenía que tener miedo. Si era aniquilación, entonces era un largo descanso sin sueños, y, ¿hay algo más agradable que eso? Si era un transito hacia otro sitio, es decir, hacia el Hades, entonces también era algo deseable, puesto que allí encontraríamos a viejos amigos y a los héroes griegos, y podríamos conversar con Homero, Hesiodo y el resto de la inmortal compañía.
El mismo filósofo griego Sócrates, después de haber sido condenado a muerte concluye con estas palabras:
Ahora es el momento de que nos marchemos, yo a morir y vosotros a vivir; pero quien de nosotros tiene un destino más feliz, es algo que sólo Dios sabe.
Como podemos observar desde los antiguos filósofos hasta hoy, estos hombres han intentando hacer con la filosofía, una enseñanza para la muerte.
La muerte es un misterio, pero quizá no sea algo malo después de todo. Los seres humanos le tenemos miedo a lo desconocido y es ahí precisamente donde radica nuestro temor. Por tal motivo el filósofo este hombre que se dedica a usar su razón para entender su propia humanidad y el mundo en que habita con otros hombres sea quien halla entendido que la mejor arma que tenemos para enfrentar nuestro miedo a la muerte, a ese sentimiento trágico de la vida como bien lo dijo Miguel de Unamuno, no sea sino reflexionando sobre ella.
Todo vivir es un estar muriendo. Quizá lo que enseña la filosofía es saber enfrentar nuestra propia muerte.
Ya el filósofo apátrida Cioran, se pregunta sobre ella diciendo: “¿Superará el hombre algún día el golpe mortal que le ha dado la vida?”.
La pregunta por la muerte no es una pregunta filosófica, es una pregunta humana. Toda persona en algún momento se ha hecho esta pregunta ¿Por qué morimos? Vivir y morir son las dos caras de la moneda del ser humano.
Otro filósofo alemán llamado Martin Heidegger, consideraba que la muerte le daba sentido a la vida. El pensaba que en la medida que sabiéndonos mortales, a cada momento nos entregaríamos a vivir nuestra vida auténticamente. Sabiéndonos que pronto moriríamos nos dedicaríamos a profundizar sobre nuestra vida.
Filosofar sirve para aprender a morir. En medio de incertidumbres acerca del más allá y si este en verdad existe, lo único que nos queda es meditar sobre lo que si podemos saber, que es este mas acá. La muerte enfrentada desde siempre, y como parte de toda una reflexión inherente a la experiencia humana, nos ayudaría a dejar de tenerle miedo.
En su libro Preparación para la muerte, Erasmo consideraba que lo importante es la conciencia. No hay que preocuparse de la muerte imprevista por asaltos, huracanes, terremotos, enfermedades, accidentes. Para los no preparados, toda muerte es imprevista, aunque llegue a los cien años. Lo importante del aprendizaje del morir es liberarnos de los grilletes de la esclavitud, del miedo a la muerte.
Si todos moriremos, aprendamos a caminar en la vida de la mano de la muerte, y solo así, como quería Montaigne, seremos más libres.
Sin duda filosofar sirve para aprender a morir.
Filosofar sirve para aprender a morir... Yo filosofo porque soy una suicida. O sera por el contrario? Tomar ambas opciones me parece lo mas acertado. Total! Existo entre dos realidades!
ResponderEliminarEncontre muy amena esta lectura, el miedo a convertirnos en olvido acelera la fusion entre mente y espiritu, dando como resultado la trascendencia en las ideas. Vaya cosa mas curiosa! El miedo siempre tan temido (valga la redundancia) es el que hace aflorar al ser humano.
Es la primera vez que entro a tu blog y me ha agradado bastante. Espero no sea la ultima. Bastante interesante el titulo del blog y todavia mas, el porque. Me caes a todo dar, Marco. Sigue masturbando la mente.
Por cierto! Jajaja Robare esa imagen que me a gustado tanto. Me parece divertido ver a mi Freddy Nietzche simpsonizado.
Leona Raven
Hola Leona, me es muy grato leer tus comentarios. Pues si,la muerte, esa gran incógnita humana. En fin, agotemos nuestra vida aquí en el mundo. Logremos la santidad con Dios o sin Dios como quería Albert Camus.
ResponderEliminarSaludos.
El buen Camus, una delicia de poeta! Quien decía que la decisión más importante que tomamos todos los días es la de no suicidarnos. Una vulgar paráfrasis la mía, sin lugar a dudas; no obstante, solamente soy un vulgar pedazo de paraíso.
ResponderEliminarSigue con el buen trabajo, Marco! Estamos en contacto.
Hasta la vista! =D
La frase: No hay más que un problema filosófico realmente serio: el suicidio. Es de Albert Camus.
ResponderEliminarSaludos.
No, yo me refería a otra frase. E olvidado ya de donde vino, la escuche de niña, pero permanece en mí. Tu hablas de una frase del mito de Sísifo, corta pero atrapante. Una muy buena crítica social de los tiempos del Sr. Camus, me hace pensar en lo poco que ha cambiado el mundo.
ResponderEliminarVoy a investigar el origen de la frase que te mencioné!
See yah!