A lo largo de 2011 el mundo se vio inundado de movimientos de los indignados, de personas a las que el modelo económico ha condenado a la pobreza y la inmovilidad social. En sus protestas se popularizó el uso de una máscara peculiar, la del personaje central de V de vendetta, historieta creada hace más de 30 años por al artista-anarquista británico Alan Moore, quien habla con Proceso, analiza a su manera la crisis económica mundial y concluye: “Esto que tenemos ahora ni siquiera es capitalismo; este sistema ha hecho que los bancos reciban los mismos privilegios que las monarquías del siglo XVI, cuando éstas funcionaban por sobre el Parlamento”.
LONDRES (Proceso).- Una máscara empezó a darle la vuelta al mundo: blanca y con abultados pómulos rosas, una sonrisa sardónica enmarcada por un negro bigote de puntas alzadas y una breve piocha, los ojos casi cerrados y semioculta por el ala de un sombrero… De Nueva York a Londres, Atenas, Río de Janeiro, Madrid y Roma miles de indignados –los del movimiento occupy, que protestan ante la debacle del sistema financiero internacional– llevan esa careta, símbolo de la oposición al poder capitalista, inspirada en la historieta V de vendetta.
Al creador de esa obra gráfica, el británico Alan Moore, de 58 años, no le sorprende que el símbolo que creó hace más de 30 años se haya instalado en la realidad y tenga ya tanta importancia.
La máscara surgió de V de vendetta, una novela gráfica muy popular ambientada en Gran Bretaña en lo que entonces era un futuro cercano –1997, casi dos décadas después de haber sido escrita– tras una guerra nuclear y con gran parte del mundo destruido donde un partido fascista –que Moore ideó basándose en el gobierno de la conservadora Margaret Thatcher– domina el Reino Unido y se dedica a aniquilar minorías étnicas y raciales.
El personaje central de la obra es un anarquista apodado V, quien siempre lleva la máscara que representa el rostro de Guy Fawkes, conspirador católico inglés que el 5 de noviembre de 1605 intentó hacer explotar el Parlamento. V empieza una elaborada y violenta campaña a fin de derrocar al gobierno e incitar a la población a adoptar una sociedad anarquista. Finalmente hace volar la residencia del primer ministro, en la calle Downing, centro del establishment británico.
A más de 30 años de la publicación de la historieta y con gran cantidad de similitudes entre la visión apocalíptica de Moore y la realidad actual, hoy miles de activistas y manifestantes de todo el mundo encontraron en V y su máscara un símbolo de repudio al orden establecido.
“Es interesante que un personaje que creé para una de mis historietas hace tres décadas haya encontrado algún tipo de resonancia con los indignados. Acepto lo que hacen. Hasta cierto punto probablemente semejante movimiento sea una consecuencia inevitable del mundo actual. Creo que la mayoría de la población en muchos países ha sido presionada hasta un punto límite por parte de las autoridades que deberían representarlos”, dice Moore a Proceso desde su casa de Northampton.
“Hemos visto una falla económica colosal que hasta donde entiendo fue puramente el resultado de bancos que corrieron riesgos estúpidamente ridículos y de una cultura de impunidad, en la que los banqueros no fueron penados por el caos que generaron. Todo debido al principio de ‘demasiado grande para caer’. Ese principio dice que si estos bancos se colapsan, se llevarán con ellos al abismo todo el sistema económico, algo que es probablemente cierto”, agrega este inglés que suele evitar a la prensa.
Moore va incluso más lejos y se pregunta si el sistema económico actual “vale la pena ser salvado, junto a aquellos que más han invertido en él, como los bancos y los líderes políticos”.
“Ellos son nuestros líderes porque controlan la moneda. No cumplen ninguna otra función. Ciertamente en este siglo las fuerzas económicas y poderes políticos económicos han sido probablemente más descaradamente rapaces en su avaricia y ambición que lo que recuerdo en toda mi vida”, sostiene el creador de historietas icónicas como Capitán Britania, La saga de la Cosa del Pantano, Watchmen y La liga de los caballeros extraordinarios, entre otras.
“Más allá del límite”
Moore, quien se declara anarquista, afirma además que el movimiento de protesta actual “es en gran medida lo que uno esperaría si la gente ha sido presionada más allá del límite de tolerancia.
“Esto es un indicativo de que en el siglo XXI la política no puede ser manejada bajo los modelos que la sostuvieron durante el XX. Tenemos en nuestras democracias mandatos cada vez más acotados de la gente e incluso, si votamos por líderes políticos, sus acciones concretas una vez en el gobierno muchas veces son opuestas a las que prometieron en las campañas electorales.
“Si queremos que se haga algo en el siglo XXI, el mensaje parece ser: ‘No votes por alguien que dice que va a hacer algo, porque lo más probable es que no lo haga. Si quieres que pase algo en el siglo XXI, hazlo tú mismo’”, sentencia.
Moore –muy celoso de su privacidad, poseedor de una legendariamente larga barba y una voz potente y quien se niega a usar internet o ver televisión– sostiene además que hay “muchos medios para organizarse políticamente que antes nunca habían existido”.
“Sospecho que ésta es una de las razones por las cuales el movimiento de protesta ha surgido de la forma que surgió. Debido a que estas tecnologías (como internet) ayudaron a incrementar todo tipo de comunicaciones entre la gente. A veces esto tiene aspectos negativos, uno termina con acosos cibernéticos y ese tipo de cosas.
“Supongo que cualquier sistema tiene su lado negativo, pero con la emergencia de movimientos de activistas, como Anonymous, y movimientos políticos, como Occupy, ha surgido un lado positivo de los medios sociales. La gente ha podido organizarse de manera inimaginable en otras épocas”, agrega.
Afirma que “era hora” de que nacieran dichos movimientos de protesta: “Esto surgió debido a lo que está pasando actualmente en el mundo. Es ciertamente mejor y más abarcador que cualquier otro movimiento que tuviéramos en los sesenta o desde entonces.
“Llegué a pensar en los noventa que los habitantes del mundo habían quedado tan enmudecidos por sus gobiernos y estupidizados por los medios, que tal vez habían perdido la capacidad de defenderse, defender a sus familias, su gente, y marcar un límite que no estarían dispuestos a cruzar. Pero parece que esto no es lo que pasó. Hay individuos inteligentes y muy determinados que están allí fuera y les deseo la mejor de las suertes”, sentencia Moore.
El viraje a la derecha
El escritor y artista ve también paralelos claros entre los conflictos sociales que sacudían a la Inglaterra de los ochenta –huelgas de mineros, disturbios callejeros y crecimiento de grupos de ultraderecha– y la situación actual, consecuencia de la crisis financiera y económica. Esos paralelos también pueden verse en V de vendetta, de allí su relevancia.
“Es interesante ver las similitudes. Recuerdo que en 1981, cuando tenía 27 años y estaba trabajando para el cómic independiente Warrior, en uno de mis viajes a las oficinas de la revista fui testigo de los disturbios. Ese había sido el verano de los disturbios (summer riots) que ocurrieron en todo el Reino Unido, pero en particular en Londres, en barrios como Brixton y Southall.
“Ese fue el primer momento en que vimos una respuesta de furia hacia el régimen de Margaret Thatcher. Al mismo tiempo surgieron grupos de extrema derecha, que en su momento fueron encabezados por el Frente Nacional. Parecía que había un número de elementos que trataban de meterse en el panorama político de Inglaterra y cuando escribía V de vendetta estos hechos formaban parte de mi tira. Fue una respuesta muy específica a un panorama político muy específico”, sigue Moore.
Fue justamente ese aspecto político fundamental de la historieta el que lo llevó a sentirse tan indignado y traicionado cuando apareció la versión fílmica de V de vendetta (2006) dirigida por Joel Silver y que fue un fracaso de ventas y de crítica.
“Esa fue una de las razones por las cuales me opuse tanto a la versión fílmica de V de vendetta, porque los términos anarquía y fascismo nunca se mencionaron en el filme y me pareció que intentaron reescribir mi historia. Se convirtió en una especie de parábola acerca del 11 de septiembre, de la administración Bush y la guerra contra el terrorismo.
“Una analogía burda que la película trataba de hacer y que no estaba presente en el original que escribí. Mi libro trata específicamente acerca de lo que pasaba en Inglaterra cuando había un gobierno conservador en el poder”, aclara.
Moore afirma que en el Reino Unido después de la llegada de Thatcher “la política viró a la derecha”.
“La gente no ha tenido realmente ninguna opción. Al elegir entre el Partido Laborista, los Liberales Democráticos o el Partido Conservador (los tories) es como optar entre tres marcas de una misma bebida. Es como ‘classic tory’, ‘diet tory’ o ‘tory max’. Son más una máquina expendedora que una democracia”, sostiene.
También opinó sobre la crisis económica y de deudas soberanas, al advertir que “la situación actual es mucho más grave que en los ochenta.
“Lo que entiendo de la situación económica, a partir de libros de economía que he leído para uno de los capítulos de mi siguiente novela, Jerusalén, es que hay un agujero negro de 54 trillones de dólares que se ha abierto en nuestro sistema económico.
“Es difícil ver una salida a menos que todos estemos preparados para someternos a una austeridad increíble, mientras que los banqueros y ejecutivos siguen cobrando bonos y primas exagerados sin ser penados por los robos a la gente. No hay una salida fácil a esto al menos que estemos preparados para ser víctimas de medidas brutales que nuestros gobiernos quieren imponernos. Entonces tiene que haber otra solución”, subraya.
“Diría que esto ya no es capitalismo. El capitalismo, brutal como es, al menos implica los principios de ‘sobrevive el más fuerte’ y ‘libre mercado para todos’. Es completamente injusto, pero esto que tenemos ahora ni siquiera es capitalismo; este sistema ha hecho que los bancos aparentemente reciban los mismos privilegios que las monarquías del siglo XVI, cuando éstas funcionaban por sobre el Parlamento.
“No estoy sugiriendo que esa sea una buena idea. Imagino que decapitar a banqueros sería bastante satisfactorio para algunos, pero no haría ningún bien. A quien debemos decapitar es al sistema económico en sí mismo, a la moneda”, sugiere Moore, quien pronostica en el futuro “un mundo sin moneda ni gobiernos”.
“Estamos viendo ahora una especie de transición hacia una democracia genuina, que será gobierno de la gente.
Democracia significa que la gente gobierne. No que los elegidos por la gente gobiernen, que es algo diferente.
Este tipo de movimientos de protesta podrían permitir el nacimiento de una nueva forma de democracia genuina, que se extendería a la arena económica y política. Tendremos que esperar y ver, tal vez sea pedir demasiado. Pero por otro lado, estas nuevas oleadas de protestas cada vez más sofisticadas parecen ser nuestra mejor esperanza de obtener ese tipo de solución.”
Moore describe a Proceso su nueva novela, Jerusalén, que se espera salga a la venta en 2012 o 2013.
“Mi nuevo libro retrata la actual situación que vive el mundo. Es un libro muy, muy largo y complejo que habla principalmente de los cambios en el barrio donde nací (Northampton). Es ficción, una fantasía increíble, pero habla de esta área que alguna vez fue la totalidad de Northampton, donde estaba el castillo del rey Juan, al final de la calle donde nací, de donde partieron varias de las Cruzadas, donde Thomas Becket fue juzgado. Una cantidad fantástica de historia, toda concentrada en esta pequeña área.
“Hoy esa área es la zona roja de la ciudad, es una de las partes que más pobreza tiene en todo el Reino Unido, es un área con una miseria enorme. Incluso cuando crecí allí era la zona más pobre de la ciudad, pero había una mayor cohesión en la comunidad que la que existe actualmente”, afirma.
“Al examinar un área como esa trato de analizar todos los aspectos. Y el prevaleciente es la pobreza. Por ello si quiero analizar la pobreza tengo que analizar la riqueza, porque una crea la otra. La única parte del mundo que estoy mirando es esta parte pequeña de Northampton, que representa toda zona empobrecida en cualquier parte del mundo. Cuando tenía 16 años la zona donde vivía estaba prácticamente destruida y nos sacaron de nuestra casa para que el barrio fuera demolido. Es lo que se llama una zona arrasada.
“Hoy cada vez hay más vecindarios de la ciudad que están siendo demolidos y muchas de nuestras ciudades terminan como el barrio de Northampton. Todo termina siendo una zona de demolición. Es este tipo de mundo, donde tu casa, tu vecindario, la historia del lugar, todo termina demolido en un segundo debido a intereses económicos”, afirma.
Según el escritor inglés, su libro buscará “crear oportunidades para pensar una nueva forma de lo local y lo global".
“Podemos todos ser ‘glocales’ o ‘lobales’, o algo así, ver ambas cosas como ciertos componentes de la misma existencia. Es cierto que todos vivimos en nuestras localidades específicas, pero estos sitios están conectados en redes globales, en un mundo abarcador que hay que desentrañar”, concluye Alan Moore, el hombre detrás de la máscara.
LONDRES (Proceso).- Una máscara empezó a darle la vuelta al mundo: blanca y con abultados pómulos rosas, una sonrisa sardónica enmarcada por un negro bigote de puntas alzadas y una breve piocha, los ojos casi cerrados y semioculta por el ala de un sombrero… De Nueva York a Londres, Atenas, Río de Janeiro, Madrid y Roma miles de indignados –los del movimiento occupy, que protestan ante la debacle del sistema financiero internacional– llevan esa careta, símbolo de la oposición al poder capitalista, inspirada en la historieta V de vendetta.
Al creador de esa obra gráfica, el británico Alan Moore, de 58 años, no le sorprende que el símbolo que creó hace más de 30 años se haya instalado en la realidad y tenga ya tanta importancia.
La máscara surgió de V de vendetta, una novela gráfica muy popular ambientada en Gran Bretaña en lo que entonces era un futuro cercano –1997, casi dos décadas después de haber sido escrita– tras una guerra nuclear y con gran parte del mundo destruido donde un partido fascista –que Moore ideó basándose en el gobierno de la conservadora Margaret Thatcher– domina el Reino Unido y se dedica a aniquilar minorías étnicas y raciales.
El personaje central de la obra es un anarquista apodado V, quien siempre lleva la máscara que representa el rostro de Guy Fawkes, conspirador católico inglés que el 5 de noviembre de 1605 intentó hacer explotar el Parlamento. V empieza una elaborada y violenta campaña a fin de derrocar al gobierno e incitar a la población a adoptar una sociedad anarquista. Finalmente hace volar la residencia del primer ministro, en la calle Downing, centro del establishment británico.
A más de 30 años de la publicación de la historieta y con gran cantidad de similitudes entre la visión apocalíptica de Moore y la realidad actual, hoy miles de activistas y manifestantes de todo el mundo encontraron en V y su máscara un símbolo de repudio al orden establecido.
“Es interesante que un personaje que creé para una de mis historietas hace tres décadas haya encontrado algún tipo de resonancia con los indignados. Acepto lo que hacen. Hasta cierto punto probablemente semejante movimiento sea una consecuencia inevitable del mundo actual. Creo que la mayoría de la población en muchos países ha sido presionada hasta un punto límite por parte de las autoridades que deberían representarlos”, dice Moore a Proceso desde su casa de Northampton.
“Hemos visto una falla económica colosal que hasta donde entiendo fue puramente el resultado de bancos que corrieron riesgos estúpidamente ridículos y de una cultura de impunidad, en la que los banqueros no fueron penados por el caos que generaron. Todo debido al principio de ‘demasiado grande para caer’. Ese principio dice que si estos bancos se colapsan, se llevarán con ellos al abismo todo el sistema económico, algo que es probablemente cierto”, agrega este inglés que suele evitar a la prensa.
Moore va incluso más lejos y se pregunta si el sistema económico actual “vale la pena ser salvado, junto a aquellos que más han invertido en él, como los bancos y los líderes políticos”.
“Ellos son nuestros líderes porque controlan la moneda. No cumplen ninguna otra función. Ciertamente en este siglo las fuerzas económicas y poderes políticos económicos han sido probablemente más descaradamente rapaces en su avaricia y ambición que lo que recuerdo en toda mi vida”, sostiene el creador de historietas icónicas como Capitán Britania, La saga de la Cosa del Pantano, Watchmen y La liga de los caballeros extraordinarios, entre otras.
“Más allá del límite”
Moore, quien se declara anarquista, afirma además que el movimiento de protesta actual “es en gran medida lo que uno esperaría si la gente ha sido presionada más allá del límite de tolerancia.
“Esto es un indicativo de que en el siglo XXI la política no puede ser manejada bajo los modelos que la sostuvieron durante el XX. Tenemos en nuestras democracias mandatos cada vez más acotados de la gente e incluso, si votamos por líderes políticos, sus acciones concretas una vez en el gobierno muchas veces son opuestas a las que prometieron en las campañas electorales.
“Si queremos que se haga algo en el siglo XXI, el mensaje parece ser: ‘No votes por alguien que dice que va a hacer algo, porque lo más probable es que no lo haga. Si quieres que pase algo en el siglo XXI, hazlo tú mismo’”, sentencia.
Moore –muy celoso de su privacidad, poseedor de una legendariamente larga barba y una voz potente y quien se niega a usar internet o ver televisión– sostiene además que hay “muchos medios para organizarse políticamente que antes nunca habían existido”.
“Sospecho que ésta es una de las razones por las cuales el movimiento de protesta ha surgido de la forma que surgió. Debido a que estas tecnologías (como internet) ayudaron a incrementar todo tipo de comunicaciones entre la gente. A veces esto tiene aspectos negativos, uno termina con acosos cibernéticos y ese tipo de cosas.
“Supongo que cualquier sistema tiene su lado negativo, pero con la emergencia de movimientos de activistas, como Anonymous, y movimientos políticos, como Occupy, ha surgido un lado positivo de los medios sociales. La gente ha podido organizarse de manera inimaginable en otras épocas”, agrega.
Afirma que “era hora” de que nacieran dichos movimientos de protesta: “Esto surgió debido a lo que está pasando actualmente en el mundo. Es ciertamente mejor y más abarcador que cualquier otro movimiento que tuviéramos en los sesenta o desde entonces.
“Llegué a pensar en los noventa que los habitantes del mundo habían quedado tan enmudecidos por sus gobiernos y estupidizados por los medios, que tal vez habían perdido la capacidad de defenderse, defender a sus familias, su gente, y marcar un límite que no estarían dispuestos a cruzar. Pero parece que esto no es lo que pasó. Hay individuos inteligentes y muy determinados que están allí fuera y les deseo la mejor de las suertes”, sentencia Moore.
El viraje a la derecha
El escritor y artista ve también paralelos claros entre los conflictos sociales que sacudían a la Inglaterra de los ochenta –huelgas de mineros, disturbios callejeros y crecimiento de grupos de ultraderecha– y la situación actual, consecuencia de la crisis financiera y económica. Esos paralelos también pueden verse en V de vendetta, de allí su relevancia.
“Es interesante ver las similitudes. Recuerdo que en 1981, cuando tenía 27 años y estaba trabajando para el cómic independiente Warrior, en uno de mis viajes a las oficinas de la revista fui testigo de los disturbios. Ese había sido el verano de los disturbios (summer riots) que ocurrieron en todo el Reino Unido, pero en particular en Londres, en barrios como Brixton y Southall.
“Ese fue el primer momento en que vimos una respuesta de furia hacia el régimen de Margaret Thatcher. Al mismo tiempo surgieron grupos de extrema derecha, que en su momento fueron encabezados por el Frente Nacional. Parecía que había un número de elementos que trataban de meterse en el panorama político de Inglaterra y cuando escribía V de vendetta estos hechos formaban parte de mi tira. Fue una respuesta muy específica a un panorama político muy específico”, sigue Moore.
Fue justamente ese aspecto político fundamental de la historieta el que lo llevó a sentirse tan indignado y traicionado cuando apareció la versión fílmica de V de vendetta (2006) dirigida por Joel Silver y que fue un fracaso de ventas y de crítica.
“Esa fue una de las razones por las cuales me opuse tanto a la versión fílmica de V de vendetta, porque los términos anarquía y fascismo nunca se mencionaron en el filme y me pareció que intentaron reescribir mi historia. Se convirtió en una especie de parábola acerca del 11 de septiembre, de la administración Bush y la guerra contra el terrorismo.
“Una analogía burda que la película trataba de hacer y que no estaba presente en el original que escribí. Mi libro trata específicamente acerca de lo que pasaba en Inglaterra cuando había un gobierno conservador en el poder”, aclara.
Moore afirma que en el Reino Unido después de la llegada de Thatcher “la política viró a la derecha”.
“La gente no ha tenido realmente ninguna opción. Al elegir entre el Partido Laborista, los Liberales Democráticos o el Partido Conservador (los tories) es como optar entre tres marcas de una misma bebida. Es como ‘classic tory’, ‘diet tory’ o ‘tory max’. Son más una máquina expendedora que una democracia”, sostiene.
También opinó sobre la crisis económica y de deudas soberanas, al advertir que “la situación actual es mucho más grave que en los ochenta.
“Lo que entiendo de la situación económica, a partir de libros de economía que he leído para uno de los capítulos de mi siguiente novela, Jerusalén, es que hay un agujero negro de 54 trillones de dólares que se ha abierto en nuestro sistema económico.
“Es difícil ver una salida a menos que todos estemos preparados para someternos a una austeridad increíble, mientras que los banqueros y ejecutivos siguen cobrando bonos y primas exagerados sin ser penados por los robos a la gente. No hay una salida fácil a esto al menos que estemos preparados para ser víctimas de medidas brutales que nuestros gobiernos quieren imponernos. Entonces tiene que haber otra solución”, subraya.
“Diría que esto ya no es capitalismo. El capitalismo, brutal como es, al menos implica los principios de ‘sobrevive el más fuerte’ y ‘libre mercado para todos’. Es completamente injusto, pero esto que tenemos ahora ni siquiera es capitalismo; este sistema ha hecho que los bancos aparentemente reciban los mismos privilegios que las monarquías del siglo XVI, cuando éstas funcionaban por sobre el Parlamento.
“No estoy sugiriendo que esa sea una buena idea. Imagino que decapitar a banqueros sería bastante satisfactorio para algunos, pero no haría ningún bien. A quien debemos decapitar es al sistema económico en sí mismo, a la moneda”, sugiere Moore, quien pronostica en el futuro “un mundo sin moneda ni gobiernos”.
“Estamos viendo ahora una especie de transición hacia una democracia genuina, que será gobierno de la gente.
Democracia significa que la gente gobierne. No que los elegidos por la gente gobiernen, que es algo diferente.
Este tipo de movimientos de protesta podrían permitir el nacimiento de una nueva forma de democracia genuina, que se extendería a la arena económica y política. Tendremos que esperar y ver, tal vez sea pedir demasiado. Pero por otro lado, estas nuevas oleadas de protestas cada vez más sofisticadas parecen ser nuestra mejor esperanza de obtener ese tipo de solución.”
Moore describe a Proceso su nueva novela, Jerusalén, que se espera salga a la venta en 2012 o 2013.
“Mi nuevo libro retrata la actual situación que vive el mundo. Es un libro muy, muy largo y complejo que habla principalmente de los cambios en el barrio donde nací (Northampton). Es ficción, una fantasía increíble, pero habla de esta área que alguna vez fue la totalidad de Northampton, donde estaba el castillo del rey Juan, al final de la calle donde nací, de donde partieron varias de las Cruzadas, donde Thomas Becket fue juzgado. Una cantidad fantástica de historia, toda concentrada en esta pequeña área.
“Hoy esa área es la zona roja de la ciudad, es una de las partes que más pobreza tiene en todo el Reino Unido, es un área con una miseria enorme. Incluso cuando crecí allí era la zona más pobre de la ciudad, pero había una mayor cohesión en la comunidad que la que existe actualmente”, afirma.
“Al examinar un área como esa trato de analizar todos los aspectos. Y el prevaleciente es la pobreza. Por ello si quiero analizar la pobreza tengo que analizar la riqueza, porque una crea la otra. La única parte del mundo que estoy mirando es esta parte pequeña de Northampton, que representa toda zona empobrecida en cualquier parte del mundo. Cuando tenía 16 años la zona donde vivía estaba prácticamente destruida y nos sacaron de nuestra casa para que el barrio fuera demolido. Es lo que se llama una zona arrasada.
“Hoy cada vez hay más vecindarios de la ciudad que están siendo demolidos y muchas de nuestras ciudades terminan como el barrio de Northampton. Todo termina siendo una zona de demolición. Es este tipo de mundo, donde tu casa, tu vecindario, la historia del lugar, todo termina demolido en un segundo debido a intereses económicos”, afirma.
Según el escritor inglés, su libro buscará “crear oportunidades para pensar una nueva forma de lo local y lo global".
“Podemos todos ser ‘glocales’ o ‘lobales’, o algo así, ver ambas cosas como ciertos componentes de la misma existencia. Es cierto que todos vivimos en nuestras localidades específicas, pero estos sitios están conectados en redes globales, en un mundo abarcador que hay que desentrañar”, concluye Alan Moore, el hombre detrás de la máscara.
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