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miércoles, 29 de julio de 2009

Pensamiento Propio (ensayo)



En filosofía no existe a la fecha el Arthur Rimbaud del pensamiento. La poesía puede jactarse como una de las disciplinas humanas, que tuvo en sus arcas a un gran artista pese a su juventud. Es cierto, sólo en algunos casos excepcionales los jóvenes han tenido hallazgos con el pensamiento, David Hume publicó su Tratado de la naturaleza humana, a los veintiocho años de edad, y Schelling, a los veinte, era ya Doctor en teología y filosofía. Pero Kant, dio a luz su tríada filosófica hasta los cincuenta y siete años de edad. Es evidente, el pensamiento madura lentamente.
El joven poeta Rimbaud, sin embargo, en los veinte años de edad dejaba huérfana a su literatura, y la inmortalidad la acogía como una de sus hijas predilectas. La gestación de las ideas del hombre va a paso senil y doloroso. Es complicado pensar y re-pensar. A Karl Marx, le llevó toda su vida esculpir su sistema, el Materialismo-Dialéctico.
¡Es pesado pensar, ah de la vida![1]
Hay filósofos que se quedaron deambulando en los senderos del pensamiento. Nietzsche por ejemplo, nunca encontró el camino de regreso a la lucidez. A las ideas hay que sembrarlas, regarlas y dejar que den fruto. El fruto maduro es el más degustable siempre. Si esto es verdadero como he tratado de mostrar, entonces ¿qué le queda al pensador juvenil?, ¿callarse acaso?
Recuerdo que hace no mucho tiempo, sostenía una discusión con amigos llena de vehemencia y citaba a ciertos autores; la controversia seguía, y yo los seguí citando apoyando mis ideas en ellos (Ortega y Gasset, Sartre, en fin, grandes pensadores) en eso, una conocida -bella por cierto-, que participaba en aquel debate me inquirió violentamente y dijo:-”Tú siempre citas, ¿qué no tienes un pensamiento propio?”-. En ese momento no supe qué responder, quedé inerme ante tal escudriñamiento. Reflexioné luego sobre aquella acalorada polémica y me pregunté: -”¿De veras no tendré un pensamiento propio?”-. La conclusión a la cual llegué fue (es) esta:
Pensamiento propio, ¿qué significa tener un pensamiento personal?, ¿quiénes son los hombres que han tenido un pensamiento auténtico? Según varios diccionarios, “propio” significa, que es sólo de una persona y nadie más, que es característico de alguien, que le pertenece únicamente a él.
De lo anterior puedo concluir, que el pensamiento propio es aquel que sólo le pertenece a un pensador, que ese conjunto de ideas únicamente son de dicho reflexionante; y que las influencias de ideas de otros pensadores le han servido para recrear de manera tal las suyas, que ya sólo le pertenecen en especial a él. Y ¿quiénes son estos hombres? Considero sin temor a equivocarme de lo expuesto anteriormente a: Heráclito y su devenir, Parménides y el principio de identidad, Sócrates y su mayéutica, Platón y las ideas innatas, Aristóteles y su hilemorfismo, San Agustín y la teoría de la iluminación, Descartes y su inmanencia, Leibniz y la monadología, Kant y sus críticas, Hegel y lo absoluto, Comte y su positivismo, Husserl y la fenomenología, Bergson y su evolución creadora, entre otros pocos pensadores inmortales. De ahí en más, todos los restantes hombres vivimos como huéspedes de las ideas ajenas.
Vivimos de las ideas generacionales y culturales, vivimos de las ideas heredadas.
Grandes pensadores nacidos en México, como Samuel Ramos y Octavio Paz se atrevieron a cuestionar si verdaderamente hay un pensamiento mexicano, y si existe una filosofía auténtica mexicana.
¡Es pesado pensar, ah de la vida!

Es verdad, han existido y existen en nuestro pais grandes hombres de ideas; tenemos el caso de Francisco Javier Clavijero, Justo Sierra, Gabino Barreda, Antonio Caso, José Vasconcelos, Emilio Uranga, por mencionar sólo algunos. Aunque tampoco podemos negar que todos ellos se alimentaron fuertemente de las ideas occidentales, es decir, de los filósofos europeos. En nuestro país, gran parte de la gente vive de las ideas heredadas del clero español católico, y la otra pequeña minoría, vive también de la tradición liberal heredada del viejo continente.
Expuesto lo anterior, re-pregunto, ¿qué le queda al pensador juvenil?, ¿callarse acaso?, ¿y si será inauténtico citar? Ya demostré que no se puede manejar a la ligera lo de tener un “pensamiento propio”, porque son pocos quienes lo han tenido a lo largo de la historia de la humanidad.
Entonces ¿es inauténtico citar? Considero que no, que es mucho más inauténtico no citar, por pretender tener un pensamiento propio, y no percatarse de que todo el bagaje de esas ideas han sido y son producto de la herencia, del momento histórico, y de la endoculturación televisiva. Sólo pocos filósofos excepcionales han tenido pensamiento propio. El pensador joven bien puede construir su conjunto idiomático con cimientos poderosos, apoyándose en los filósofos inmortales.
Lo que le dará autenticidad al pensador joven será la elección. Elegir entre el idealismo kantiano o el raciovitalismo, elegir entre la dialéctica hegeliana o el existencialismo: elegir.
Con la elección dibujamos nuestro paisaje personal. Para elegir hay que conocer, mirar hacia la montaña gigante de las posibilidades y decidir. La decisión escribe los versos del gran poema del Ser. El que no conoce no puede refutar. Al que no decide la sombra del miedo lo envolverá hasta hacerlo un juguete de las circunstancias. La apuesta corona bellamente al ser.
Y si del grande mar de las ideas no ha emergido todavía el Rimbaud del pensamiento ¿qué le queda al joven reflexionante? Estudiar y conocer los diferentes caminos del pensar. Cimentar sus ideas en grandes pensadores. Elegir conscientemente un camino del pensar y no ser producto de la endoculturación inauténtica.
Ensayar sus ideas, escribirlas y así aclararlas. Sembrar la semilla del pensar en su persona y esperar amorosamente si en el futuro su fruto se convierte en alimento degustable.

[1] Parafraseo a Francisco de Quevedo, en versos del poema Cuán nada parece lo que se vivió: “Ah de la vida”... ¿Nadie me responde? / ¡Aquí de los antaños que he vivido! / La Fortuna mis tiempos ha mordido; / las horas mi locura las esconde. //

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