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lunes, 9 de julio de 2012

Retrato humano



Hasta el Dios encarnado padeció la angustia brutal de la condición humana. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”, profirió el nazareno. Fragilidad y finitud es el paisaje extenso que contempla la mirada humana en su horizonte. Nada dentro del límite humano es eterno y permanente; todo es construir y reconstruir.
El abandono es el sentimiento por antonomasia humano: la angustia diría Kierkegard, el Dasein, completaría más tarde Heidegger. El hombre desde que nace se vislumbra arrojado en medio del caos, por eso elabora: instituciones, lenguaje, religiones y filosofa. Construir y reconstruir es la función máxime del hombre en este mundo caótico. Armador de rompecabezas es el hombre.
La experiencia humana se dibuja en borrador; mi vida misma se fundamenta en errores, en contradicciones y en regresos, pero también en superaciones. La circunstancia y la elección constituyen la perplejidad quemante de lo humano.
Nunca habrá un mejor camino o peor camino, sólo habrá el  que se halla elegido, y todo lo que pudo haber sido se arrojará en el mundo del limbo llamado: especulación. Las especulaciones son espejismos filosos que nos apuñalan la mente, pero son solo eso, espejismos, castillos en el aire.  Partir de lo concreto es hacer discurso existencial, existo antes de elaborarme.

Lo único verdadero es que existimos y nuestra existencia acontece en el mundo. Quizá filosofar es aprehender a vivir humanamente en este mundo. Ni demonios ni ángeles, sino hombres y mujeres complejos, contradictorios y también algunas veces grandiosos; existentes y coexistentes. Quizá filosofar también sea aprehender a vivir en este mundo de incertidumbres, en este mundo que acontece, en este mundo donde todo cambia, en este mundo donde he visto que hasta el amor llega a su fin. La vida del hombre no se sustenta en certidumbres sino en apuestas: perder o ganar.
La vida del hombre es un estar muriendo diariamente, cada amanecer es uno menos en nuestra vida, nuestros amaneceres están contados. Todo humano alguna vez ha experimentado su condición en su extrema crudeza; unos, en la muerte de un ser amado, otros, en las ilusiones disueltas, muchos más, en un amor profundo terminado en fracaso.
La revelación más desgarradora que ha hecho la antropología al hombre es descubrirle su condición en toda su desnudez.
El retrato humano que mejor se ha pintado del hombre, es el del ángel mutilado de sus alas, es decir, un terrestre. ese retrato que descubre nostálgicamente nuestra condición, la condición humana.

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