Según el historiador mexicano Lorenzo Meyer, el
concepto de izquierda se “acuñó en el siglo XVIII, durante la revolución
francesa (en la asamblea, los radicales se sentaba a la izquierda)”. Aunque la
izquierda ha existido desde el inicio de toda actividad política, dentro de la definición podemos identificar
aquellos que en diferentes épocas y circunstancias se han puesto a favor del
cambio radical con argumentos de orden éticos y buscando siempre el bienestar
de la mayoría.
Los temas de la izquierda en el siglo XIX, fueron la
lucha por la democracia y el liberalismo. En el siglo XX, después del octubre
rojo en Moscú 1917, la izquierda se vio íntimamente ligada a la revolución
rusa. El socialismo empezó a conducir los nuevos ideales de la izquierda
política. Mientras que la
derecha en política tiende al “establishment (el orden establecido)” o
por lo menos a conservarlo, la izquierda busca el cambio, la evolución y el
“progreso”.
Parafraseando
al sociólogo francés Raymond Aron, las características centrales de la
izquierda son: la oposición al poder, la libertad contra el arbitrio de los
reguladores políticos y morales, la organización social de las mayorías y la
igualdad de oportunidades. Aunque es preciso puntualizar que cada izquierda
tiene su propia historia, la izquierda mexicana no es la excepción. La
izquierda en México empezó ligada al PCM (Partido Comunista Mexicano). Según
Héctor Aguilar Camín en su libro: “Pensando en la izquierda”, en nuestro México
contemporáneo coexisten cuatro tipos de ella: 1. “La izquierda revolucionaria,
2. La izquierda comunista, 3. La izquierda estatista y nacionalista y 4. La
izquierda utópica clásica.
En
términos muy generales, en la primera podemos incluir como modelo a la
revolución cubana, aquella que ratificaba a la violencia como motor para el
cambio. Para Ernesto Guevara “El che”, el revolucionario debía de ser una
máquina para matar. En la segunda, la consigna consistía y aun sigue siendo la
lucha contra el imperialismo a través de la influencia de los sindicatos y las
luchas obreras. Dentro de la tercera que dicen los expertos que está es el
verdadero corazón de la izquierda en México, lo importante es crear un Estado
fuerte frente a los poderes privados y lograr con ello un instrumento para la
justicia social.
Y
por último en la cuarta, podemos encontrar a todos aquellos románticos que
siguen empecinados con el sueño de Marx y Engels. A pesar del derrumbe del
socialismo aun consideran revivir aquel sueño.
Ahora mismo terminado de leer al poeta Jaime Sabines, me
percato de su pertenencia a la izquierda utópica. Como prueba les muestro uno
de sus poemas:
RECADO A FIDEL
¿A quién se le ocurre nacer héroe
en tiempo de mercaderes, Fidel?
El último caudillo de América
se va a morir de soledad
o será aplastado por su pueblo
que ya no aguanta la barriga vacía.
A este pronóstico deportivo
apuestan hoy las democracias.
Y tú oyes crujir el techo
de la casa que levantaste
y sientes que tus sueños se desmoronan,
que caen sobre ti a pedazos
la maldita esperanza y el amor al hombre.
Quisiera decirte que te salves,
pero no te salves, Fidel.
Eres la dignidad.
Y algún día la dignidad
será sacada como brillante
del corazón profundo de la tierra.
Sin duda alguna, la izquierda mexicana
tiene un gran reto para reelaborarse después del derrumbe socialista y hoy con
sus intentos de alianza con la derecha. La izquierda en México necesita
repensarse y no sólo actuar para ganar elecciones. La izquierda por su historia
representa una búsqueda de las libertades individuales, acaso el fin más grande
a que puede aspirar un ser humano.
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