UNA
NOVELA UTÓPICA SOBRE EL VOTO EN BLANCO
“Ensayo sobre la lucidez” de Saramago
Marco Ornelas
Quien vota, reina.
Víctor Hugo
En febrero de
2004, José Saramago impartió por segunda vez en México la Cátedra
Alfonso Reyes, en
el Tecnológico de Monterrey. Después de dicha participación el FCE (Fondo de
cultura económica) y el ITESM (Instituto tecnológico de estudios superiores de
Monterrey), publicaron una coedición de dichas conferencias en octubre de 2006.
El título del libro se llamó: El nombre y la cosa. En la segunda
conferencia titulada El despertar de las
democracias ciegas, el portugués pasó revista a dos novelas que
tratan temas estrictamente políticos, la primera es 1984 de Orwell y la segunda Un
mundo feliz de Huxley, dichas narraciones le sirvieron a Saramago para
mencionarnos que él también ha seguido la veta de la literatura política en
algunas de sus obras. Ejemplo de esto son las novelas: La
Caverna y el Ensayo
sobre la lucidez.
En palabras del mismo autor, Ensayo
sobre la lucidez (2004) trata de una ciudad desconocida en la que un 83 % de
los ciudadanos, por motivos inicialmente desconocidos, vota en blanco. Una
manifestación donde los ciudadanos estuvieran diciendo:
“Hemos venido aquí a votar años y años, siempre con
la idea de que una opción política e ideológica manifestada en un papel
mediante una pequeña cruz en un cuadro, decidiría algo sobre el país al que
pertenecemos, del que somos ciudadanos. Pero nos damos cuenta de que el tiempo
pasa, las generaciones se suceden y nada cambia. Y como nada cambia venimos
aquí a decir que: o ustedes, quienes tienen el poder, se deciden a hacer algo,
o votamos en blanco (Saramago, dixit)”.
Sobra decir
que dicho libro ha sido objeto de fuertes críticas, y ha estereotipado a José
Saramago como un escritor panfletario, que por escribir esta clase de libros,
poco a poco decreció en el arte de la literatura; cada lector tendrá que juzgarlo
por su cuenta. Lo que si es interesante discutir aquí ¾ahora
en tiempos de elecciones¾, es
la reflexión del voto en blanco (o nulo) a la que alude el escritor en aquella
novela. Analicemos la problemática: para los optimistas, el voto ejercido en la
urna electoral garantiza el bienestar de la sociedad; dice el epígrafe del
escritor francés al inicio de este escrito: Quien
vota, reina. Sin duda la votación ciudadana legitima la democracia formal, pero y la
democracia sustancial dónde queda. Los críticos acérrimos del voto en
blanco plantean que anularlo no sirve para nada, y de verdad no sirve para
nada, pero vayamos por partes. Digamos en primer lugar que anular el voto es
una posibilidad que nos brinda la ley electoral. Elegir a un candidato con
respecto a otro, es también otra de las posibilidades. Como ciudadanos, tenemos
la obligación de votar libremente y elegir una de las posibilidades que nos
ofrece la ley. Anular no es ilegal, sino que es un derecho. El derecho
subjetivo de elegir libremente dentro de las posibilidades existentes. El voto
en blanco que plantea Saramago en su novela, es una protesta, una utopía muy
simpática, pero al final simple y llanamente un sueño guajiro, como diríamos
los mexicanos. En la novela funciona muy bien, pero recordemos, eso es ficción:
creación de la fantasía. ¿Qué no sirve para nada? ¿No lo sé? Ustedes decidan,
pero en la novela Ensayo sobre la lucidez,
corresponde a una manifestación de inconformidad, por parte de los ciudadanos de
manera organizada, pacifica y por la vía legal. Una forma muy sui generis de ejercer la democracia por
vía negativa. Según la definición archicitada: la democracia es la voz del
pueblo que se transforma en decisiones y se practica a través de las instituciones.
El voto en blanco en aquella ciudad desconocida, es la protesta de los
ciudadanos de manera pacifica ejercida a través de las instituciones. Que la
sociedad civil de un país se organizará para hacer esta protesta insólita, sólo
cabe en la ciencia ficción hasta ahora. Desaprobar algo que se hace mal, pedir
la rendición de cuentas a nuestros gobernantes y rechazarlos por su bajo desempeño,
es algo más complicado que el voto en blanco. Estamos condenados a votar por el
menos peor, será la única salida qué nos queda. Para qué votar por votar, sino
nos sentimos representados por los candidatos que hemos elegido. ¿No es acaso
mejor protestar silenciosamente por la vía legal del voto en blanco, cuestionando
la democracia formal? Lo que los ciudadanos queremos es democracia sustancial,
sentirnos representados. Desde luego que anular el voto encona a los políticos
y los investigadores de ciencias políticas; pues claro, cómo contradecir su
discurso y darle de patadas al pesebre. Un solo voto
en blanco no serviría
para nada, lo interesante de esta acción es la movilización masiva, el ensayo
de lucidez de los ciudadanos. La
forma legal, pacífica y ordenada de hacerse oír a través del silencio de la
anulación de la boleta. El abstencionismo es incumplir con la obligación de
votar como ciudadanos, y además, una fuerte posibilidad de pasarle votos al
partido dominante sino acudimos a las urnas (por aquello del embarazo de urnas).
Elegir a un partido político menor, que sabemos que no va obtener la victoria, es
solapar con nuestra elección, el sueldo de más burocracia.
El Ensayo sobre la ludicez de José Saramago, podrá ser para
los críticos literarios un panfleto, pero sin duda es una novela con una idea
profunda, un libro que hace reflexionar. el Nobel portugués no pretende otra cosa que hacernos
pensar, cuestionar las fallas de las democracias no para minarlas, sino para
hacerlas crecer. Con debates, análisis de los errores, reflexiones y conclusiones
inesperadas se ha construido el avance de los pueblos. La novela Ensayo sobre la lucidez, representa
una exhortación a todos los ciudadanos de las democracias formales ¾gobernantes y
gobernados¾, y a la vez un cuestionamiento sobre ¿cómo podemos hacerle, para que la
democracia formal se transforme en democracia sustantiva? ¿Votar o no votar?
¿Anular o abstenerse? Eso le toca a Usted, yo simplemente le estoy recomendando
una novela muy idónea para estos tiempos.